Escrito por Isabelle Despicht / GICJ

Traducido por Natalia Venegas / GICJ

El jueves 27 de enero de 2022, las agencias de la ONU informaron de la existencia de 20 ''focos de hambre'', caracterizados por los conflictos, la inestabilidad económica, las catástrofes naturales, los disturbios políticos y el acceso restringido a la ayuda humanitaria. Estas difíciles circunstancias han afectado peligrosamente a los medios de vida de los habitantes de estas regiones. [1]

Particularmente, las poblaciones de Etiopía, Nigeria, Sudán del Sur y Yemen se enfrentan a un riesgo agravado de inanición e incluso de muerte, según ha determinado un reciente informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Los resultados clasificaron a Etiopía, Nigeria, Sudán del Sur y Yemen en la fase 5 de la CIF, la clasificación de máximo riesgo de hambruna en la escala estandarizada de la CIF que mide la gravedad de la inseguridad alimentaria aguda. [2]

El estudio realizado por el PMA y la FAO llama la atención sobre la intrincada relación entre los conflictos y el hambre. La fuerte correlación entre ambos puede ilustrarse con la importante actividad del PMA en las regiones afectadas por las hostilidades. Los disturbios políticos y la guerra desplazan a su población, que no tiene más remedio que recurrir a la ayuda humanitaria.

Aunque la preocupación ya es alarmante en los focos mencionados, la ONU afirma que es probable que estas tendencias se extiendan a otros países como Myanmar, la República Centroafricana, la República Democrática del Congo, el Sahel Central, Sudán, Sudán del Sur, Somalia, las zonas del norte de Etiopía, Nigeria y Mozambique.

Además de los conflictos, la inanición se ha visto acentuada por la crisis climática, la cual, según el PMA y la FAO, ''ya no es un atisbo de futuro, sino la realidad cotidiana de las comunidades de todo el mundo''. El impacto del cambio climático en la seguridad alimentaria ya es evidente en Haití, África oriental, Madagascar, Mozambique y, más recientemente, en la región occidental de Badghis, en Afganistán. [3]

Además, mientras persisten los problemas económicos pospandémicos, el aumento del coste de los alimentos supone un reto adicional. Desde mayo de 2020, los precios mundiales de los alimentos no han dejado de aumentar, y se considera que Oriente Próximo, el Norte de África y Asia Central y Oriental están especialmente en peligro. 

Tomando el ejemplo de Sudán del Sur, las circunstancias que rodean a la pandemia de COVID-19 han empeorado la situación de sus comunidades, que también han tenido que soportar otros acontecimientos importantes como inundaciones, desplazamientos generalizados y daños a la propiedad agrícola, lo que ha puesto en peligro sus medios de vida.

Del mismo modo, la inflación de Nigeria ha exacerbado la extrema inseguridad alimentaria, especialmente en su estado de Borno, afectado por el conflicto. La ONU subrayó que, si no persisten los esfuerzos humanitarios en la región, su población podría caer en la desnutrición severa.

En cuanto a Etiopía, las agencias de la ONU consideran preocupante la ausencia de actualizaciones desde las predicciones de condiciones similares a la hambruna para los meses de julio a septiembre de 2021 a las que se enfrentaban 401.000 personas en la región de Tigray.

Yemen también está sometido a una inseguridad alimentaria extrema debido a una mezcla de conflicto y recesión económica, ya que las escasas reservas de divisas han dificultado al país la importación de alimentos. Aunque la ayuda humanitaria ha contribuido a estabilizar los niveles de seguridad alimentaria entre abril y julio de 2021, los indicadores demuestran lo contrario para el semestre siguiente.

De forma similar, el Cuerno de África asiste actualmente a su tercera temporada consecutiva de sequía. Las estimaciones también estipulan que la inseguridad alimentaria está a punto de aumentar en la región del Sahel, donde la falta de lluvias ha afectado gravemente a los cultivos. 

Otras regiones afectadas son Afganistán, que corre el riesgo de alcanzar la fase 5 de la CIP si no se contiene la crisis. La situación ya es devastadora, ya que los afganos venden sus pertenencias, e incluso partes de su propio cuerpo, para conseguir alimentos. [4] 

En la actualidad, más de 34 millones de personas en todo el mundo se enfrentan a un nivel de emergencia de hambre aguda, correspondiente a la fase 4 de la CIP, y esta cifra va a aumentar en el futuro. QU Dongyu, director general de la FAO, reiteró: "La magnitud del sufrimiento es alarmante. Nos corresponde a todos actuar ahora y actuar rápidamente para salvar vidas, salvaguardar los medios de subsistencia y prevenir la peor situación".

Geneva International Centre for Justice (GICJ) está gravemente preocupada por la situación del hambre en el mundo. Instamos a los líderes políticos y a la comunidad internacional a que se unan y mantengan la asistencia humanitaria en las regiones que se enfrentan a un grave riesgo de hambruna. Dado que el cambio climático y los conflictos están intrínsecamente ligados a la inseguridad alimentaria, GICJ subraya la necesidad de un mayor compromiso internacional con los objetivos climáticos y su consecución, así como un mayor compromiso internacional con la prevención de conflictos. Instamos a los gobiernos a que actúen de inmediato para contener esta urgente crisis humanitaria, ya que es probable que la ya aguda situación de inseguridad alimentaria afecte a más países en el futuro. 

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Justice, Human Rights, Geneva, geneva4justice, GICJ, Geneva International Centre For Justice

[1] https://news.un.org/en/story/2022/01/1110742

[2] https://www.ipcinfo.org/ipcinfo-website/resources/resources-details/en/c/1129202/

[3] https://www.fao.org/news/story/en/item/1382490/icode/ 

[4] https://www.euronews.com/2022/01/12/extreme-poverty-drives-afghans-to-sell-vital-organs-to-feed-families

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