Natalia Brusco/GICJ

(Resumen y traducción al español: Alejandro Fernández)

Presentación

Aproximadamente el 50% de los 195 millones de habitantes de Nigeria se identifican como musulmanes, mientras que el 48,1% como cristianos, lo que repercute significativamente en la vida social y política del país. Si bien en algunas regiones ambos credos conviven pacíficamente, otras están plagadas de hechos de extrema violencia contra los pobladores cristianos. Esto debe terminar. El gobierno de Nigeria debe buscar soluciones que aseguren el derecho a la libertad de religión de todos sus ciudadanos.

Este informe abordará el problema de terrorismo interno en Nigeria, enfatizando los ataques cometidos contra civiles indefensos y los hechos de violencia perpetrados por quienes creen que el Islam debe oponerse a todo lo que se asemeje al mundo occidental.

La Constitución Nigeriana de 1999 obliga al gobierno a garantizar la libertad religiosa de todos sus ciudadanos. El gobierno, sin embargo, ha fallado en su deber de brindar seguridad a su población en un contexto de incontables ataques cometidos en nombre de la religión y rara vez castigados por la justicia.

En 2016, el Subsecretario General de Asuntos Humanitarios y Coordinador de Ayuda de Emergencia de las Naciones Unidas, Stephen O’Brien, dijo que las víctimas de Boko Haram habían atravesado un “indescriptible sufrimiento”. Además, la ONU informó en enero de 2020 que “el norte de Nigeria ha estado bajo el control de una insurgencia de Boko Haram durante aproximadamente una década, lo que ha provocado un desplazamiento generalizado”. El Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, también ha hecho una declaración condenando los ataques de Boko Haram, al afirmar que  “la violencia continua de Boko Haram es una afrenta al derecho internacional, a la humanidad y a la fe religiosa ”. Muchos sienten que su vida, libertad y seguridad están en peligro debido a su religión. El aumento de los ataques terroristas internos de varios grupos diferentes, incluido Boko Haram, ha aumentado la tensión, el miedo y el peligro. En consecuencia, muchos eligen huir.

 

Trasfondo del conflicto

Hay informes que documentan ataques religiosos desde la década de los ochenta. El terrorismo en nombre de la religión siempre ha sido una preocupación para Nigeria; sin embargo, desde 2018, las divisiones religiosas y la violencia han aumentado en el centro y noreste del país.

Los enfrentamientos entre cristianos y musulmanes se remontan al establecimiento de la ley Shari’a en varias regiones del norte del país, empezando por la provincia de Kaduna en el año 2000, lo que desencadenó violentos choques con los grupos cristianos. Actualmente, muchos grupos promueven la implantación de la ley Shari’a, incluso mediante el uso de la fuerza.

La violencia religiosa es generalizada en Nigeria porque detrás de las diferentes religiones surgen las identidades étnicas y culturales de la población. Uno de los detonantes del enfrentamiento entre cristianos y musulmanes fue que pastores musulmanes nómadas de etnia Fulani habitualmente atravesaban tierras de labranza de cristianos. Con el agravamiento del cambio climático, muchas personas del norte empezaron a migrar hacia el sur, que es predominantemente cristiano. La franja central de Nigeria, donde musulmanes del norte y cristianos del sur se encuentran y compiten por escasos recursos, es donde se han registrado los mayores niveles de violencia.

 

Boko Haram y los Jihadistas Fulanis

Boko Haram, cuyo nombre real es “Jama'atu Ahlis Sunna Lidda'awati wal-Jihad” (grupo comprometido a propagar las enseñanzas del Profeta y la Jihad), apareció en 2002 en el noreste de Nigeria para oponerse a la educación occidental y ha cometido un gran número de ataques terroristas que tienen por víctimas a civiles inocentes, con el objetivo final de establecer un Estado islámico. El grupo adquirió notoriedad en abril de 2014 cuando secuestraron a 200 alumnas de una escuela en Chibok, de las cuales 112 todavía están desaparecidas. UNICEF informa que Boko Haram ha secuestrado a más de 1000 niñas entre 2013 y 2018.

En un intento por desplazar a los pobladores cristianos, Boko Haram ha perpetrado numerosos y sangrientos ataques contra la población civil, sin que los esfuerzos empleados por el gobierno nigeriano para destruir a la organización hayan dado resultados.

La violencia desplegada por Boko Haram también incitó una ola de ataques por parte de los pastores Fulani contra granjeros cristianos. Mediante la comisión de asesinatos, el robo de alimentos y ganado y el incendio de aldeas, estos “Jihadistas Fulanis” intentaron forzar el desplazamiento de los granjeros para apropiarse de sus tierras, sin que el gobierno tomara medidas al respecto.

A pesar de los intentos del gobierno por promover el diálogo interreligioso, el hecho de que el conflicto esté entrelazado con dificultades subyacentes, como el cambio climático y la competencia por recursos escasos, exige que se busque un diálogo que trascienda el aspecto religioso del problema.

El Comité Internacional sobre Nigeria ha contabilizado al menos 35.000 personas asesinadas por Boko Haram en los últimos cinco años y 17.000 por los Jihadistas Fulanis en los últimos diez.

Además, se han producido fricciones entre las fuerzas armadas dedicadas combatir a estos grupos en el noreste del país y las numerosas ONGs dedicadas a brindar ayuda humanitaria, principalmente porque estas organizaciones habitualmente entregan comida a la población afectada, frustrando la estrategia militar de doblegar a poblaciones imponiendo restricciones en el suministro de alimentos.

 

Recomendaciones de las Naciones Unidas: Consejo de Derechos Humanos y ACNUDH

Una de las recomendaciones formuladas a Nigeria en su tercer Examen Periódico Universal ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (en noviembre de 2018) instaba al gobierno a combatir la impunidad por los crímenes de Boko Haram y a facilitar el diálogo interreligioso e interétnico a fin de promover y garantizar la libertad religiosa.

La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH), Michelle Bachelet, dirigió una carta al Ministro de Relaciones Exteriores de Nigeria, exhortando al gobierno a proteger a la población civil de los ataques de Boko Haram, especialmente de los secuestros en escuelas, y a rescatar a las niñas capturadas, procurando reintegrarlas socialmente. Además, urgió al gobierno a propiciar la reconciliación entre las comunidades de granjeros y pastores.

 

Posición del GICJ

El Geneva International Centre for Justice (GICJ) condena las acciones de Boko Haram y de los Jihadistas Fulanis. El gobierno nigeriano debe evitar que estas organizaciones terroristas cometan más ataques contra civiles inocentes y procurar construir una paz duradera entre cristianos y musulmanes para así poder llevar a los responsables de graves violaciones ante la justicia.

En vista de lo anterior, el GICJ formula las siguientes recomendaciones al gobierno de Nigeria

- Tomar en serio las recomendaciones del tercer ciclo de su Examen Periódico Universal. Estas recomendaciones deben ser respetadas e implementadas con transparencia para inspirar confianza en el público y limitar la corrupción.

- Aumentar los fondos destinados a la seguridad y permitir que se realicen operaciones militares más grandes para ayudar a disolver situaciones violentas más rápidamente.

- Trabajar incansablemente para aumentar el diálogo y la comprensión interreligiosos, así como defender el derecho constitucional de los ciudadanos a recibir protección del gobierno si su libertad de religión se ve amenazada.

- Incrementar los esfuerzos para poner fin a las insurgencias de Boko Haram y ayudar a las víctimas involucradas.

- Comprometerse a proteger a los civiles implicados en estos ataques y a abordar todas las intolerancias religiosas.

- Terminar de inmediato la destrucción de propiedad, el secuestro y la pérdida de vidas inocentes.

Link al informe completo en inglés: https://www.gicj.org/gicj-reports/1916-violations-of-religious-freedom-in-nigeria-defenseless-civilians-killed

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