Por Anyssa Boyer / GICJ

Traducido por Lian Martínez / GICJ

Los pueblos indígenas comparten profundas tradiciones religiosas, espirituales, culturales y sociales con su entorno. Sus distintas formas de vivir en comunidad se articulan en torno a valores compartidos y al acceso colectivo a la tierra y los recursos. Además, su riqueza de conocimientos tradicionales y su determinación para luchar por sus derechos sobre la tierra refuerzan su visibilidad como importantes agentes de cambio y defensores de los derechos humanos.

Las Naciones Unidas reconocen que la potenciación de los derechos colectivos de las comunidades indígenas a las tierras, territorios y recursos les da voz y capacidad para prosperar en su propio entorno culturalmente delimitado. También beneficia a la preservación de la biodiversidad y de las tierras en peligro de extinción, resultando eficaz y necesario para hacer frente a la apremiante emergencia climática actual [1]. Sin embargo, los derechos humanos de los pueblos indígenas se ven continuamente obstaculizados. Los antiguos legados del colonialismo y el extractivismo a gran escala de los recursos naturales, junto con la actual crisis medioambiental, están omnipresentes en la vida de los pueblos indígenas y afectan a su derecho a proclamar su autodeterminación, su autorrealización y sus libertades.

A lo largo de los años, los grupos indígenas han intentado continuamente hacer valer sus derechos, identidades y medios de vida. Han luchado por defender sus derechos a las tierras y territorios tradicionales, así como el acceso a los recursos naturales, y han sufrido repetidas violaciones de sus derechos humanos y territoriales. Las comunidades indígenas están reconocidas como uno de los grupos de personas más vulnerables del mundo. La comunidad internacional, las organizaciones de la sociedad civil y los organismos de las Naciones Unidas reconocen ahora la necesidad urgente de proteger sus derechos y preservar sus culturas y medios de vida únicos [2].

El Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas se creó en 1982 con el objetivo de llevar la voz de los indígenas a la primera línea de los problemas. En 1993, la Asamblea General de las Naciones Unidas (AGNU) adoptó la resolución A/RES/47/75 para fortalecer la relación entre los Estados miembros y los grupos indígenas, así como para fomentar un diálogo fructífero entre la comunidad internacional y los pueblos indígenas. La idea era fomentar un entorno basado en principios de respeto y comprensión mutuos [3]. La resolución 49/214 fue adoptada por la AGNU el 23 de diciembre de 1994 y sirvió para conmemorar la riqueza de conocimientos tradicionales y medios de vida de las comunidades indígenas en sus diversos ecosistemas. La AGNU adoptó la resolución 49/214 en honor a la primera reunión del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas que tuvo lugar el 9 de agosto de 1982 en Ginebra, Suiza [4]. Desde su inauguración, el Día Internacional de los Pueblos Indígenas del Mundo se celebra cada año el 9 de agosto.

Además, la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI) fue adoptada por la AGNU el 13 de septiembre de 2007. La DNUDPI es el acuerdo más completo hasta la fecha que trabaja activamente en la protección y preservación de los derechos de los pueblos indígenas. La declaración es una clara demostración de la intención de la comunidad internacional de salvaguardar continuamente los derechos colectivos de los grupos indígenas [5]. Además, también reitera la importancia de proteger sus derechos a sus conocimientos tradicionales, subrayados en el artículo 31 del convenio [6].

El tema de este año es "el papel de las mujeres indígenas en la conservación y transmisión de los conocimientos tradicionales" [7]. Los grupos indígenas representan la mayor parte de la diversidad de nuestro mundo [8] y, sin embargo, siguen sufriendo diferentes formas de violencia estructural, como la marginación y numerosas violaciones de los derechos humanos. Las mujeres líderes indígenas, en particular, están cada vez más expuestas a la violencia y la estigmatización, ya que encarnan importantes funciones de agentes de cambio y defensoras de los derechos humanos. Juntas, se movilizan y abogan por el cambio, y luchan por sus derechos en medio de la actual crisis medioambiental mundial. La Relatora Especial sobre la violencia contra la mujer, sus causas y consecuencias, Reem Alsalem, destacó cómo la actual crisis medioambiental agrava los índices de violencia contra las mujeres indígenas, dificultando su participación activa en las políticas de protección del medio ambiente. Los conocimientos tradicionales de las mujeres indígenas son fundamentales y necesarios para salvaguardar, conservar y proteger la rica pero frágil biodiversidad del mundo. 

Los conocimientos tradicionales se refieren a los “conocimientos, innovaciones y prácticas de los pueblos indígenas” y constituyen el “núcleo de las identidades, el patrimonio cultural y los medios de vida de los pueblos indígenas” [9]. Se preserva y divulga a través de la narración oral y se transmite generacionalmente. El conjunto de conocimientos se expresa en “historias, folclore, proverbios, valores culturales, creencias y rituales” [10]. La comprensión de los pueblos indígenas de los recursos naturales, sus raíces históricas y la gestión continua del medio ambiente demuestran su relación profundamente arraigada con la naturaleza. El medio ambiente representa una extensión de su existencia, como se demuestra a través de sus conocimientos tradicionales, en los que el cuidado de la tierra trasciende el extractivismo masivo y la sobreexplotación de los recursos naturales [11]. Los grupos indígenas conservan, reponen y protegen de forma sostenible los recursos medioambientales y mejoran las relaciones sociales entre las comunidades promoviendo la resiliencia y el desarrollo económico culturalmente adecuado. Son fundamentales para hacer frente a la crisis climática, por lo que hay que preservar su riqueza de conocimientos.

Las mujeres líderes indígenas desempeñan un papel vital en la preservación y transmisión de los conocimientos tradicionales. Las mujeres indígenas defienden continuamente sus tierras y territorios y luchan por sus derechos y libertades colectivas [12]. Nina Gualinga es la líder de los kichwas de Sarayaku, en la Amazonia ecuatoriana, donde viven 1.250 personas que se extienden por 333.000 acres de floreciente vegetación [13]. Como defensora de los derechos humanos, ha contribuido ampliamente a la defensa de los derechos y territorios indígenas en la región amazónica. Desde que tiene uso de razón, la Sra. Gualinga ha luchado por los derechos de su pueblo, calificando de punto crítico la llegada de una compañía petrolera, dispuesta a extraer los recursos naturales de su hogar durante su infancia. Desde entonces, ha dedicado su vida a defender y preservar el medio ambiente, haciendo campaña y resistiendo a numerosas violaciones de los derechos humanos y del medio ambiente. La Sra. Gualinga es un modelo para todas las mujeres activistas y defensoras de los derechos humanos. Ha hecho campaña a favor de Mujeres Amazónicas, un movimiento que reúne a mujeres indígenas de seis naciones indígenas diferentes, para luchar y defender sus derechos [14]. Ella y todas las mujeres exigen cambios y justicia para los pueblos indígenas.

Geneva International Centre for Justice (GICJ) insta a la comunidad internacional y a los gobiernos de los Estados a reconocer el valor de los conocimientos y culturas tradicionales de las mujeres indígenas. Subrayamos la importancia de salvaguardar y preservar los medios de vida indígenas y sus ontologías únicas. Y lo que es más importante, GICJ hace un llamamiento a todas las naciones a que otorguen la misma importancia al conocimiento tradicional y al conocimiento científico, aunque este último se tenga en mayor estima en la escuela de pensamiento occidental. GICJ está al lado de las defensoras de los derechos humanos de las mujeres indígenas y aplaude sus movimientos de movilización y defensa a gran escala. La impunidad de los crímenes cometidos contra las mujeres indígenas, su entorno y su cultura sigue siendo generalizada. GICJ exige a los gobiernos estatales que responsabilicen a los autores de los delitos y que detengan inmediatamente todas las formas de extracción ilegal de recursos naturales en territorio indígena. Las mujeres indígenas siguen sin ser reconocidas como defensoras de los derechos humanos y agentes clave en la lucha contra el cambio climático. Reconocemos sus contribuciones únicas y valoramos sus medios de vida, su vida comunal y sus prácticas sostenibles que salvaguardan el hábitat y la destrucción del ecosistema. 


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